viernes, 20 de julio de 2012

Rosa Huertas, Tuerto, maldito y enamorado


Rosa Huertas, Tuerto, maldito y enamorado

Ediciones EDELVIVES

Novela leída a inicios de Julio de 2012


Rosa Huertas nació en Madrid, ciudad por la que le gusta pasear y perderse y de la que se sabe cientos de historias curiosas.
Estudió Filología Hispánica y Periodismo y se doctoró con una tesis sobre Literatura Infantil y Juvenil.
Es profesora de Lenguas y Literatura, asignatura que procura impartir con entusiasmo contagioso.
Ha publicado varios libros de recopilaciones de cuentas y de cuestiones didácticas así como la novela juvenil Mala luna (Alandar 115).
Disfruta escribiendo historias que hablan del pasado y del presente, mezclan la realidad y la ficción, y en las que los sentimientos traspasan las páginas para emocionar a los lectores. 





Novela ganadora del X Premio Alandar de Narrativa Juvenil
El jurado se reunió el 18 de enero de 2010. Estaba compuesto por Andrea Villarubia (profesora), Pablo Barrena (crítico literario), Luisa Mora (bibliotecaria), Eliacer Cansino (escritor), José Manuel Gómez (editor) y Mª José Gómez-Navarro (presidenta del jurado).

Resumen:
¿Puede ser el amor una maldición? La vida de la asustadiza Elisa da un vuelco el día que decide ayudar a su hermana a preparar n trabajo de Literatura. Tras las estanterías de la biblioteca del instituto habita un espectro tuerto sobre el que pesa una terrible maldición. Solo ella puede liberarlo, pero quizá sea imposible: habrá que resolver algunos misterios y revelar una historia de amor escondida en la vida de Lope de Vega. Las calles de Madrid serán el escenario fantasmagórico de su aventura, terrorífica y emocionante, más allá de la realidad.

Pasajes que me llamaron la atención:


Pág. 35: acercamiento padre-hija
Reímos. Hacía tiempo que no escuchaba la risa de mi padre y se me hacía extraño que fuese precisamente después de contarme semejante tragedia. Nunca sabemos qué extraño hilo puede acercarnos a los que queremos cuando las circunstancias se empeñan en poner distancias que parecen insalvables.

Pág. 71: sobre el MIEDO
No lo hice, preferí seguir con un juego que a la vez me espantaba y me atraía. Así es el miedo: nos paraliza y nos embelesa, nos aterroriza y nos cautiva. Como el amor, así de contradictorio. Quien lo probó lo sabe.
Pág. 76: sobre la casa de Lope de Vega en Madrid
… me adentré en la vivienda del Fénix de los Ingenios.
La joven guía nos contó que la casa tenía la misma distribución que en tiempos de Lope únicamente en la planta de arriba. El mobiliario y los objetos eran de la época pero, excepto dos relicarios y un cuadro, no pertenecieron al escritor. Habló de la familia del autor, de sus hijos, de sus avatares en aquella casa, de su enorme capacidad creativa y de su muerte, que ocurrió en su minúscula alcoba desde la que se veía el altar de la capilla, presidido por una imagen de San Isidro. No apunté demasiado, la mayoría de esos datos podía encontrarlos en los libros. En la habitación que ocuparon las hijas de Lope, un espejo antiquísimo describía sombras imposibles en su azogue.

Pág. 77:
Por último, descubrí el significado de la inscripción de la puerta: "Que propio albergue es mucho, aun siendo poco, y mucho albergue es poco siendo ajeno". Me costaba creer que semejante caserón le pareciese pequeño a su dueño.
[cf. Pág. 73 : … casa de Lope de Vega. La puerta estaba cerrada, el horario de visitas era solo por las mañanas. Sobre el dintel se leía una inscripción en latín: "D.O.M. PARVA PROPIA MAGNA / MAGNA ALIENA PARVA"]

Pág. 79: Odio Lope de Vega – Miguel de Cervantes
-Ahora la calle se llama Cervantes –precisé.
-¿Cervantes? –se extrañó-. No es posible. ¿Es una broma cruel? Don Miguel y Lope se detestaban, me lo recordó tu maestro de los ojos glaucos. Don Miguel veía con disgusto el arrollador triunfo de Lope en el teatro, que relegó sus obras al olvido y no pudo ver representadas. A su vez, Lope envidiaba el éxito del Quijote donde, para mayor escarnio, su autor ridiculizaba las ínfulas de grandeza del Fénix. ¡Ah, la envidia! Fue el mayor de sus defectos. Sus odios enconados y deleznables no sabían de amistades antes los aplausos ajenos. No tenía piedad con sus detractores.

Pág. 88: Lope de Vega era un ligón
-He sacado un libro de la biblioteca a la hora del recreo, es una biografía de Lope. Me lo he estado leyendo en clase de Geografía. Impresionante, Eli, no veas qué vida intensa tuvo el tío.
-¡No me lo puedo creer! –exclamé estupefacta-. ¿Has estado leyendo la vida de un escritor, así, sin ninguna anestesia?
-Es que menuda vida, lo que ligó. Entre esposas y amantes debió de tener un montón.
-Eso es lo que a ti te interesa, los culebrones –precisé-. ¿A que no sabrías decirme el título de ninguna obra suya?
-¿Y qué más da? ¿No es el nombre de la novia del fantasma lo que queremos averiguar?

Pág. 89: la última nova de Lope de Vega
-¿Quién fue el último amor de Lope? –pregunté al tiempo que hojeaba el libro.
-Mira, esta es. –Señaló el primer párrafo de una página-. Se llamaba Marta de Nevares y su historia es triste, muy triste.

Pág. 92: sobre el AMOR
-¿No estás segura? Es tan contradictorio, tan destructivo, que quien lo probó lo sabe. Aquí me tienes a mí, que peno por su amor desde hace siglos. Por ella, a la que no puedo llorar por su nombre y a la que no puedo llamar con la voz que ya no poseo. El amor es un cruel veneno que te arroja a la indefensión y se burla de tus desvelos, que te sube a lo más alto para dejarte caer sobre las rocas. Y, en mi caso, que me mantiene vivo más allá de la muerte. Es una broma cruel que esta enfermedad de los sentidos que es el amor sea lo único que no haya olvidado. El amor viene cuando quiere y no se va cuando queremos. Con lágrimas repetiría su dulce nombre y aliviaría mi pena, pero hasta ese bien me es negado. Para largo amor no hay breve olvido.

Pág. 110: contarle a alguien sus miedos
-¿Se lo has contado a tu madre?
-¿Para qué? ¿Para que se preocupe más de lo que está? Ahora ya lo sabes tú.
Y ello suponía hacerme partícipe de su inquietud, compartir la carga y admitir una parte de responsabilidad. Cuando contamos nuestros miedos a otro, lo hacemos con la secreta esperanza de que se nos escapen por la boca convertidos en palabras y nuestro interlocutor se quede con una parte. Eso nos alivia.

Pág. 152: sobre QUEVEDO
-… Solo pude reírme de él una vez, cuando Quevedo le dedicó una sátira. Los versos burlescos, que criticaban sus pretenciosidad, circularon por todo Madrid y yo mismo ayudé a difundirlos:
El doctor tú te lo pones;
El Montalbán no lo tienes;
Con que, quitándote el "don",
Solo te quedas con Juan Pérez.

-Quevedo era un genio en eso de criticar a otros –corroboré; lo había estudiado bien en cursos anteriores.
-Su pluma era tan afilada como su lengua. Su casa se hallaba próxima a la de Lope y en cierta ocasión acudí a ella con algún recado. A Lope lo respetaba más que a Góngora, a quien odiaba con más saña que al mismo Montalbán. 

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