viernes, 28 de octubre de 2011

Tatiana Lobo, Calypso


Tatiana Lobo – Calypso

Farben – Grupo Editorial Norma

Los autores, en este relato, llevan la marca de las guerras. Relato de amor, esta historia es un conjuro en favor de los cuerpos y los goces.

Siempre precarios, hombres y mujeres se arrojan a la vida como mariposas olvidadizas, y se estrellan contra mil velas de fuego; pero la pasión ignora pronto sus derrotas y recomienza su danza inextinguible. Aún sobre los escombros se puede bailar. Esta es la certeza sobre la que una mujer tricéfala aprende a vencer los planes siniestros de un impotente.

Liturgia de todos los dolores, carnaval de todas las risas, esta novela es también un baile clandestino en el que un pueblo celebra la curva de los días y anuda su destino a un mar que duele.



La autora:

Tatiana Lobo Wiehoff nació en Puerto Montt, Chile, en 1939.

Vive en Costa Rica desde 1967 y es naturalizada costarricense.

Siguió cursos de teatro y pintura en la Universidad de Chile. Estudió cerámica en Madrid.

Ha sido articulista en diversos periódicos y revistas.



Bibliografía:

CUENTO:

Tiempo de claveles – Editorial Universidad de Costa Rica, 1989

Entre Dios y el diablo. Mujeres de la colonia – Editorial Universidad de Costa Rica, 1993

NOVELA:

Asalto al paraíso – Editorial Costa Rica, 1992

TEATRO:

El caballero del V centenario  - Revista Escena, Editorial Universidad de Costa Rica, 1989

EN EDICIÓN:

Blancos y negros, todo mezclado. Vida cotidiana de los esclavos negros durante la Colonia, en colaboración con el genealogista Mauricio Meléndez – Editorial Universidad de Costa Rica


Galardones:

Mención Honrosa de la Municipalidad de Santiago, Chile, 1993 – concedida por Asalto al paraíso

Premio Nacional Aquileo Echeverría, en la rama de cuento, San José, Costa Rica, 1993 – Concedido por Entre Dios y el diablo

Premio Sor Juana Inés de la Cruz, Guadalajara, México, 1995 – Concedido por Asalto al paraíso

CALYPSO:

-Ritmo afrocaribeño que narra una historia. Se origina en los informativos clandestinos que los esclavos solían cantar y bailar, para comunicarse las noticias del día y las maldades del amo.

-Personaje femenino de La Odisea, cuyo nombre significa la que oculta. Con ella permaneció siete años Ulises, cuando llegó a su isla tras haber naufragado. A pesar de que a su lado lo esperaba la inmortalidad, el héroe prefirió regresar al hogar de Penélope.



ESTUDIO SOBRE LA NOVELA: ver enlace
De Calypso y los calípsos – Gerardo Meza Sandoval





PARTES DEL TEXTO QUE ME GUSTARON:



Pág. 28: Casa construida por Plantintáh

Construyó una casa de pura madera de cedro, de una planta, pero amplia y con s buen corredor casi sobre la misma arena de la playa para que el mar fuese testigo de su felicidad.

Pág. 30: Amor entre Scarlet y Plantitáh

Amanda Scarlet y Plantintáh Robinson eran dos avecillas extasiadas en su mutua contemplación, periquitos de amor que pasaban el tiempo aseándose las plumas el uno al otro.

Pág. 42: Los cubitos de pollo

O comentaban las novedades que iban llegando, atrasadas. La que más entusiasmaba a Plantintah era el asunto de los pollos reducidos a su mínima expresión, en forma de cubitos, de los cuales se podía hacer un caldo no tan rico como el verdadero pero semejante.

Pág. 52: Emily y los dopis / Amanda y su lento engorde

Únicamente ella [Emily] podía verlo y hablar con él porque cuando Emily nació, venía envuelta en la tela que traen los escogidos y señalados con la gracia de ver dopis [muertos, espectros, espíritus]. …

El consuelo de la soledad rota, la vida tranquila y segura junto al hombre feo, pero tan bueno como el finado, se fue depositando imperceptiblemente en las caderas y la cintura de Amanda. Un lento engorde de grasa placentera, de movimiento sin prisa, de heridas cicatrizadas, un lecho de amores lentos como el de las tortugas, llenó su cara hasta hacer que sus ojos tranquilos y apaciguados se sumergieran en una redondea confortabilidad.

Pág. 56: El Africano

El negro azul pizarra pasó, muy rápidamente, a formar parte de la vida espiritual de la comunidad y ya se sabe que el espíritu es internacional y apátrida, su nacionalidad está más allá de las fronteras del mundo.

Pág. 60: ritos de la pocomía

Conexión con los espíritus

Pág. 69: El zambo, de regreso del mundo de la muerte

… le fue prohibido regresa nunca más a la montaña porque corría el peligro de que la muerte, humillada y burlada, pretendiendo el desquite, volviera por él.

Pág. 70: El zambo, un ser particular

Decía más de alguno que el haberse acostado con la muerte lo había dotado de habilidades particulares para hacerse invisible.

… De tanto desearlo llegaron a verlo distinto de verdad. Y es que nadie regresa del mundo de los muertos para seguir viviendo como una persona común y corriente.  

Pág. 76: Etiopía, patria originaria de los negros

-¿Por qué Etiopía? –se extrañó Amanda Scarlet, que escuchaba la palabra por primera vez.

-Es un lugar importante de África –dijo él-, importante para los negros.  Es el lugar donde está el origen, la patria, donde los negros tendremos que volver, algún día.

Pág. 79: Paganismo y ritos de pocomía

Sin cultos religiosos, sin predicador, Biblia ni misionero, Parima Bay cayó en el paganismo total y los ritos de la pocomía florecieron entre el follaje nocturno, pero como no alteraban los negocios del comisariato, Lorenzo se despreocupó de lo que, de tarde en tarde, le llegaba a los oídos. ¿Qué le importaba a él que los negros rodearan con flores un palo negro pìntado con una serpiente? ¿Qué le importaba que luego cantaran en círculo y bailaran como locos hasta caer en el suelo? ¿Qué le importaba que uno de ellos, declarado Pastor por voto colectivo y consensual, los tocara con una varita y les dijera que ahora sí podían hablar en lenguas?

Pág. 95: Eudora, noble y perversa

Descubrir que se podía tener sentimientos nobles y perversos al mismo tiempo, fue uno de los primeros adelantos en su educación sentimental.

Pág. 147: Atracción fatal

-Porque ahora soy maestra y voy a construir la escuela más grande y para eso necesito espacio –dijo, y los dos se miraron, se conocieron, se reconocieron, se olieron, se gustaron de una manera inevitable y agradable, supieron que dormirían juntos y se turbaron un poco.

Pág. 161: Los hippies

Los hippies aparecieron un día, humildes y discretos, con muy poco equipaje, llamando la atención con sus ropajes de gitanos, las cintas indígenas de sus frentes, los pantalones campana, las largas cabelleras desgreñadas y su terrible olor a falta de baño. Se establecieron en el lugar que parecía destinado a los forasteros: la cumbre del cerrito.

Pág. 177: Iniciación de Stella

Una negra muy gruesa, solemne y de apariencia noble, vestida de blanco, la alejó de ahí diciéndole ven, ven y la llevó a una especie de procesión encabezada por una vieja de rostro surcado por los años, los senos fláccidos por la lactancia, la pelvis abierta por los numerosos partos y el vientre ensanchado por incontables preñeces, quien se mecía con gran refinamiento y dignidad en una erótica alegoría del acto de perpetuación de la especie, homenaje inequívoco a la Madre Grande, la Naturaleza. La matrona de formas abundantes y mullidas, tomó a Stella de la mano, moviendo las amplias nalgas en un contoneo señorial y majestuoso y la invitó a seguirla. El esmirriado cuerpecillo de la albina quizás se veía ridículo al tratar de simular la solemne marcha de la negra pero hizo lo que pudo, esmerándose en emular a las participantes que marchaban detrás de la vieja, golpeando las manos y repitiendo una cantanela monótona e hipnotizante. Stella no supo cuándo comenzó a sentir en sus caderas la vibración de la tierra, el transcurrir de los ríos subterráneos, la energía liberada de las venas del subsuelo. Todo esfuerzo se hizo innecesario, sus pechos y sus nalgas obedecían a un mandato que venía desde abajo, y danzaban por su cuenta muy lejos de su voluntad.

Pág. 178: Iniciación de Stella

La misma mujer de antes, majestuosa y solemne, le indicó a Stella que se acercara a la procesión la que se fue disolviendo hasta conformar una ronda que dejó a Stella en el centro; un impulso que no supo de dónde venía la instó a bailar imitando el cauce de un río, sus caminos, arroyuelos y manaderos, y a representar, con gestos, las mudanzas del agua, sus ondas, sus espirales. Imitó la que fluye y la que permanece quieta, se lavó en ella, se dividió el pelo en dos ondas, fingió ser una catarata, una ondina, una sirena, se miró en el cristalino espejo de un remanso y se dejó cimbrar, libremente, en el goce de la creación.

Pág. 185: Los espíritus pierden su fuerza ante la falta de amor de los vivos

-Cuando un espíritu pierde sus fuerzas, las pierde para siempre. Los espectros se debilitan ante la falta de amor de los vivos y cuando ellos mismos dejan de ser amados. Plantintáh estuvo demasiado tiempo lejos y olvidó hacerse recordar por Amanda. Ella no ha sido capaz ni de encontrar su tumba.

Pág. 192: Remedios de brujo

-Tenía, en el patio, un jardín de yerbas medicinales. Ahora cuesta para encontrar man to man, strong back, kidney bush o spanish needle –decía, melancólico-. Él curaba las hinchazones con hojas de mango tierno y los dolores de oído con injundia de gallina. Si alguien estaba mal de los nervios, preparaba un té de cogollos de naranja agria o de nerves wine. Con manteca de cusuco curaba las bronquitis y a los reumáticos los sanaba untándoles grasa de boa adulta. Si alguien tenía un tórsalo, lo sacaba fácilmente adhiriendo un papel con leche de fruta de pan sobre el hueco; cuando el gusano salía a respirar, se quedaba pegado y era sencillo arrancarlo.

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-Si estás mal por haber bebido demasiado –sugería con delicadeza- lo mejor es el iron weed o el mozote. Y si te pones gorda, toma diente de león. Y si te duele la garganta o el estómago, el jengibre te aliviará.

Pág. 197: Amor pasional

Admiró su largo cuello y la misma soberbia espalda que acarició hacía más de treinta años, cuando los dos se amaban con tanta pasión que los postes de la casa pasaban serios apuros por mantenerse erectos y sin desfallecer. No pudo resistir la tentación y se inclinó para morderle la nuca, precisamente ahí donde el pelo alborotado y mal recogido dejaba una rendija como hecha a propósito.

Pág. 201: La manifestación de la vejez en la piel blanca y en la negra

En ciertas oportunidades se metían sin bañador al agua y entonces los negros, fingiendo escandalizarse por la falta de pudor, se divertían atisbando, a hurtadillas, los estragos de los años en las personas de raza blanca, las flaccideces de los muslos, la blandura de los antebrazos y la caída irremediable de nalgas y vientres, más notable que el deterioro de la piel en gentes de color, quizá a causa del aspecto lechoso y gelatinoso del cutis pálido, sobre todo en aquellos lugares donde la cobertura de la ropa impide el tinte beneficioso de la luz solar.

Pág. 222: Mariguana y pleno gozo místico

Ante la vista sorprendida de los viejos que, como el jamaiquino y Amanda Scarlet, no alcanzaban a entender la vertiginosidad de los cambios, la policía requisó diecisiete sacos de hojas de mariguana, en un operativo por los alrededores que no dejó metro cuadrado sin peinar. A falta de otro lugar más adecuado, quemaron las plantas requisadas en el patio de la escuela, un día domingo por la mañana, cuando no había clases. El humo se expandió por todo el pueblo, entró en el Hotel Watson y en cada casa. Como un raro y caro incienso, acompañado por la voz grabada de Bob Marley que cantaba en algún lugar, penetró en las siete ermitas, y los bautistas, católicos, evangélicos, testigos de Jehová, luteranos, y anglicanos (incluyendo a los bahai, harekrishna, y otras sectas orientales que carecían de templos), no supieron a qué se debía la sensación de pleno gozo místico. Todo el pueblo, ese día, contando a los propios policías, alabaron al Señor más transverberados que Santa Teresa.

Pág. 244: Ver dopis

-Ese no era tu abuelo. Dice la gente que a tu verdadero abuelo lo mató tu papá en un accidente y que los que ven dopis lo han visto caminar por este cementerio, de noche, que lleva camisa blanca y …

Pág. 267: La danza de Matilda

Dicen los que aseguran haberla visto, que su sombra se corporiza obedeciendo a un mandato lejano y desconocido, que hay algo de abandono y también algo de advertencia en su alucinante danza silenciosa y solitaria. Sobre el túmulo de residuos que la lluvia va descomponiendo lentamente, arranca el movimiento desde los talones, despega uno, levanta el otro, dobladas vagamente las rodillas en un acto sacramental pleno de sugerencias. Música visible, sube la cadencia serpentina hacia los muslos desnudos, deslizándose sinuosa bajo el vientre, envolviendo las caderas, abrazando la cintura y el busto, bifurcándose, flor que se abre, lenta florescencia del dorso y el torso, acompasado vaivén de brazos, de olas y de hamaca… Su danza es una voluptuosa liturgia, un llamado ferviente a otra dimensión, la comunión con un tiempo no alcanzado todavía, gozosa euforia vital, reto a la vida para desentrañar su misterio. La joven cabeza inclinada hacia atrás, enajenada y narcisa, baila la negra distante a los ojos extraños, refugiada en el asilo de su secreta región interior. Antífona y respuesta, baila sobre los escombros.




lunes, 24 de octubre de 2011

Heinrich Mann, El ángel azul


Edición Plaza & Janes, S.A.

Título original: Professor Unrat

Traducción de Dr. Manuel R. Blancafort París

Leído en julio-agosto 2011

Heinrich Mann, hermano de Thomas, nació en Lübeck en 1871 y murió en Los Ángeles (California) en 1950. Su estilo es fuerte, realista y duramente satírico. Entre sus obras destacan "Madre Maria" y "Madame Legros". "El profesor Unrat", cuya versión española titulamos EL ÁNGEL AZUL, es una de las obras más magistrales del hermano del Premio Nobel. En ella nos presenta al profesor Unrat, burocrático tirano y tipo raro, de una enfermiza sensibilidad. Son tortuosas y, al mismo tiempo, ingenuas sus relaciones con la artista Rosa Fröhlich, a cuyos encantos acaba por sucumbir. Expulsado de la escuela, se hace cada vez más esclavo de la Fröhlich. Se convierte en alcahuete y rufián y llega a ser propietario de una casa de juego. Esta obra ha sido llevada a la pantalla en dos versiones, la primera de las cuales tuvo como protagonista a Marlene Dietrich y a Emil Jannings, cuya fabulosa interpretación aún hoy se recuerda. La personalidad y complejidad del carácter de ambos personajes dan lugar a una serie de situaciones insólitas y constituyen un exponente de la profundidad del alma humana y de sus abdicaciones ante la pasión erótica.



Unrat significa basura.



Pág. 23: Cómo ve Unrat a los alumnos Kieselack, Von Erztum y Lohmann
Un alumno era un ser impertinente, pérfido y pernicioso, sin otra vida que la de la clase y que declaraba constantes guerras subterráneas contra los tiranos: así era Kieselack; o bien un individuo grueso y estúpido, a quien el tirano contrariaba eternamente por el solo hecho de su supremacía moral como Von Erztum. ¡Pero lo peor era que Lohmann parecía "poner en duda" a los tiranos! La excitación de Unrat iba en aumento al pensar en la humillación que tenía que sufrir la mal correspondida autoridad, de la que podía mofarse un subalterno bien vestido y haciendo sonar el dinero en su bolsa. ¡Todo esto no eran más que insolencias!


Pág. 45: Comportamiento de un tirano
Envuelto en su capa salpicada se divertía reflexionando sobre los individuos de buena reputación y de grandes ambiciones; era como un vagabundo irónico que, de incógnito y con aire amenazador, contemplaba desde las sombras el hermoso panorama del mundo, vislumbrando en su mente el fin de todas las cosas, como el estallido de una bomba. Se sentía muy por encima de Ritchter, y eso le enorgullecía; entonces se sentía incluso humorista y, sin entenderse siquiera a sí mismo, murmuró:

-Todavía puedo ponerle muchos obstáculos en su carrera. Sí; voy a echarle el guante algún día; ¡recuérdelo!

Pág. 143: Cuando un profesor compite con sus alumnos por una señorita
Miró de soslayo a Lohmann, que ya había tomado asiento y se disponía a encender un cigarrillo… Lohmann, el peor de todos, cuya elegancia constituía una humillación para la autoridad tan mal pagada; Lohmann, que tenía la desfachatez de no nombrar jamás a Unrat por su nombre; Lohmann que no era un alumno sumiso ni impertinente, ni tampoco un individuo estúpido, sino un indiscreto que se atrevía a hacer montar en cólera al tirano, y que, por si fuera poco, había tratado de meter sus curiosas narices en el asunto de la señorita Fröhlich. Pero se había sometido inteligentemente a la férrea voluntad de Unrat. No tenía que sentarse en el kabuff junto a la artista Fröhlich. Pero lo importante no era que Lohmann no se sentase junto a la artista Frölich, sino que el que estuviese más cerca de ella fuese precisamente él… Aquel resultado había rebasado los primeros cálculos del profesor. Estaba confundido y sentía una cálida satisfacción interna. ¡Había cazado a Lohmann junto con sus dos camaradas y había sacado de la sala a aquellos alumnos descarriados! ¡Había puesto a la señorita Fröhlich a salvo de los cincuenta mil terribles estudiantes de la ciudad y se había convertido en único soberano y señor del kabuff!


Pág. 157-158: Pensamientos íntimos de la señorita Fröhlich
En realidad, no se tenía por una mujer indecente; pero lo cierto es que había tenido toda clase de relaciones y asuntos que, aun cuando en verdad ni siquiera merecían un comentario, era mejor que continuasen siendo ignoradas por un hombre que iba con intenciones serias. Si los hombres fuesen más juiciosos, todo sería también mucho más fácil. Hubiera cosquilleado la barbilla del profesor y se hubiera limitado sencillamente a explicarle: "Ha habido esto y lo otro…" Pero ahora a eso se le llamaba explicar embustes. Y lo peor era que a Unrat se le ocurrirían las ideas más estúpidas y que incluso se podía figurar que ella trataba de permanecer sola en casa para así divertirse a sus anchas sin él. Y Dios sabe muy bien que eso no era cierto. La verdad es que ella era lo suficientemente feliz pudiendo pasar unos momentos e apacible tranquilidad al lado de su cómico vejete, que se dedicaba por completo a ella con un entusiasmo tal como ella no había conocido todavía en su existencia; con frecuencia le contemplaba largo rato con expresión meditabunda, y llegaba a la conclusión de que era un buen muchacho de pies a cabeza.


Pág. 76: Tal hijo, tal padre…
Otros recordaban al hijo de Unrat, que se había dejado ver en plena vía pública acompañado de una mujerzuela de mala reputación. Comentaban aquel viejo dicho según el cual la pera no puede ir a caer muy lejos del tronco, y se hacían eco de los comentarios del profesor Hübbenett, que ya había pronosticado con acierto el quebrantamiento moral del padre. También se había hablado siempre de la timidez, hurañía y misterio de la personalidad de Unrat y nadie se podía asombrar un solo instante de las alocuciones que se atrevía a dirigir a los hombres de más prestigio de la ciudad.


Pág. 178: Compasión de Lohmann por el tirano, por el enemigo de la Humanidad
Se sentía muy avergonzado entonces de que todo el mundo hablase del mismo tema. Sentía cierta compasión por aquel anciano que todavía hablaba de expulsarle de la escuela precisamente cuando ya había sido decidida su propia expulsión… Compasión y también una especie de reservada simpatía para aquel solitario enemigo de la Humanidad que, sin darse cuenta, se procuraba su propia destrucción y aniquilamiento; para los interesantes anarquistas cuya revolución estallado ya…


Pág. 181: Grandes deseos de venganza de Unrat
Unrat estaba perplejo. Hasta entonces había ignorado por completo la ruina de Kieselack, y ahora veía satisfechos sus sempiternos deseos de poder contribuir a ella. Todavía no se le había ocurrido pensar que su ejemplo podía ser peligroso para otros y que acaso sembraría catástrofes en la ciudad. Se le ofrecían amplias perspectivas de colmar sus deseos de venganza. Ello le estimulaba y animaba. En sus mejillas aparecieron chapetas rojas y, jadeante y ensimismado, se mesó los pocos cabellos que caían sobre su faz.


Pág. 186: Unrat y su concepción de la moralidad
-Sé perfectamente que en la mayoría de los casos la llamada moralidad se identifica en el fondo con la estupidez. Eso sólo pueden ponerlo en cuarentena los no formados humanísticamente. La moralidad representa siempre una ventaja para aquellos que, no poseyéndola, alcanzan la hegemonía sobre lo que no pueden pasarse sin ella. Incluso puede afirmarse y comprobarse que esa moralidad debe exigirse a las almas de corto alcance. De todos modos, esa exigencia nunca me ha inducido a reconocer que en determinados ambientes existen unos preceptos morales que se diferencian esencialmente de los que rigen la conciencia del burgués en general.


Pág. 188: La señorita Fröhlich se vuelve ambiciosa
Poco a poco fue dándose cuenta de que el profesor tenía razón, además de otras valiosas prendas. La insistencia con que Unrat repetía una y otra vez lo superior que ella era al resto de la Humanidad, y el poco interés que ésta le despertaba, consiguió que la artista comenzara a sentirse muy creída de sí misma. Jamás nadie se la había tomado tan en serio, ni siquiera ella misma. Ella le debía agradecer sus enseñanzas. Se daba cuenta de su necesidad de preocuparse, por su parte, de valorar y apreciar al máximo al hombre que le había asignado tan importante papel. Incluso hizo algo más: se esforzó en amarle.

Un buen día le confesó sus deseos de aprender latín. Él la complació inmediatamente. Ella le dejaba hablar y contestaba mal o hacía ver que no oía sus preguntas. A la tercera lección le preguntó:  

-Dime, Unrita, ¿qué es más difícil de coger: el griego o el latín?

-Mucho más el griego –sentenció Unrat.

-Entonces quiero aprender griego –afirmó ella.

Él estaba entusiasmado; preguntó:

-Pero, ¿por qué?

-Porque sí, Unrita.

Ella le besó; aquella escena parecía la parodia de una comedia deliciosamente sentimental. Y, sin embargo, era auténtica. Él la había vuelto ambiciosa, y ella, para honrarle, le había pedido que le enseñase griego en lugar de latín sólo porque era más difícil. Su petición era una declaración de amor…, la declaración anticipada de un amor al que ella quería sentirse obligada.

Pág. 214: Cumbres y precipicios
-Hay un hecho irrefutable: quien escala las más elevadas cumbres, también es el que más familiarizado está con los más insondables precipicios.


Pág. 225: Lo que implica el amor entre el profesor y la señorita
Había conseguido granjearse la sobreexcitada ternura de aquel misántropo. Ello había sido funesto para Unrat: el profesor se lo decía para sus adentros. Se decía que la artista Fröhlich no hubiera tenido que ser sino un mero instrumento para atraer y "atrapar" a los alumnos. Pero en lugar de eso, la artista se había colocado a su altura y la gente la tenía en más estima que al profesor; era preciso amarla y sufrir bajo la influencia de su amor, que se rebelaba contra la esclavitud de su aborrecimiento. El amor de Unrat estaba consagrado a la defensa y protección de la artista Fröhlich y buscaba en ella su presa: era un amor absolutamente viril. No obstante, aquel amor contribuía también, en último extremo, a su agotamiento y extenuación…




Joan Anderson, Un año junto al mar

(Título original: A Year by the Sea – Traducción Vilma Pruzzo)

1999 by Joan Anderson

Leído en septiembre de 2011



¿Alguna vez has soñado con alejarte de todo para recobrar tu verdadero ser?

¿Cuántas veces has soñado con dejar atrás la vida urbana, la rutina y las responsabilidades para vivir un período de calma y meditación? Cuando su marido le anunció que tenía que trasladarse a otra ciudad por razones de trabajo, Joan Anderson supo instintivamente que acompañarlo en esa etapa de su vida no tendría sentido. La relación se había desgastado, sus hijos habían crecido, el hogar familiar ya no tenía el mismo significado. Eligió, entonces, buscar refugio en una cabaña a orillas del mar. Quizá viviendo sola y midiendo el tiempo de su vida cotidiana con el ritmo de las mareas encontraría el tónico necesario para una transformación. Así comenzó una etapa singular en la que, gracias a la soledad y el contacto con la naturaleza, recobró la confianza en sí misma y el placer de vivir.

Pág. 24-25: Sobre nuestra identidad
Frase de Wendell Berry: "Si no sabes dónde estás, no sabes quién eres."

Pág. 26: De cómo deshacerse de la neurosis
Creo que fue Thomas Merton quien dijo que la manera más fácil de deshacerse de la neurosis es rodearse de la naturaleza o, más específicamente, de árboles.

Pág. 27: Frente al mar
Este lugar fuerte y silencioso elimina la confusión, la ira, la depresión; en este momento me siento más cómoda con el paisaje que con la gente.

Pág. 29: La llamada de las focas de Clarissa Pinkola Estés (Mujeres que corren con los lobos)
Cuando uno está bien informado y tiene la experiencia de encontrar sin haber buscado, el ánimo cambia, y también el corazón. Ésa es la razón por la cual tomarse tiempo para ver, oír y apreciar las imágenes y el lenguaje que surgen de nuevas experiencias, tiene el poder de cambiarnos de una manera a otra.

Pág. 43: El sentido de las focas
¿Aprenderé alguna vez a aceptar lo que se me da en lugar de estar siempre anhelando algo más?

Pág. 45: Los controladores y el trabajo
Puede que yo me hiciera cargo del control temiendo que, de no hacerlo, la familia se fuera al demonio. Yo había sido catalogada como fuerte y resistente, dos características admirables que fueron mi perdición. Pero un día descubrí la desventaja que implica el control: ¡los controladores hacen la mayor parte del trabajo! Lo raro es que fue precisamente esa cualidad la que atrajo a mi marido.

Pág. 47: Picasso y su vida
Creo que fue Picasso el que dijo que había pasado la primera mitad de su vida convirtiéndose en un adulto y la otra mitad aprendiendo a ser un niño. ¿Será por eso que me he pasado los últimos veranos observando ansiosamente los grandes ojos abiertos de los niños?

Pág. 48: Sobre el éxito
Una vez me leyeron en voz alta una cita de Emerson acerca del éxito, halagándome al decir que parecía haber sido escrita sobre mí: "La gente de éxito vive bien, se ríe a menudo y ama mucho. Han llenado un espacio y realizado tareas para dejar el mundo mejor de cómo lo encontraron, mientras buscan lo mejor de los demás y dan lo mejor que tienen." "¡Estoy trabajando para volver a tener ese éxito!", grito, como si los chicos me estuvieran mirando desde la playa, y trago una bocanada de agua salada.
 
Pág. 51: Recuperar las partes enterradas
Para mí es ahora de vital importancia recuperar mis partes enterradas, cualidades como la capacidad de jugar, la vulnerabilidad, la capacidad de sentirme bien dentro  de mi piel y la de emplear más mis instintos. Como si se tratara de montar un rompecabezas, necesito encontrar la forma de crear de nuevo una totalidad.

Pág. 54: La gente desdichada y las buenas noticias
He descubierto que a la gente desdichada le desagrada oír las buenas noticias que transmiten los que están contentos. Contengo mi impulso de contarle cómo he pasado el día y elijo darle la menor información posible, esperando saber a qué se debe su llamada.

Pág. 55: Estado de ánimo
¡Cuántas veces permití que alguien arruinara mi excelente estado de ánimo!

Pág. 71: Adicción a la perfección
Trato de no tomarme a mí misma ni al trabajo demasiado en serio, pero tengo que pagar los recibos. Soy adicta a la perfección y necesito gustar, aunque muy a menudo tengo la impresión de estar defraudando a los demás. Demasiado orgullosa y necesitada para renunciar, compenso mi ineficiencia llegando temprano y marchándome tarde, sin pretender que me paguen las horas extras. ¿Por qué cada vez que alguien me empleo siento que me está haciendo un favor, en vez de pensar lo contrario? ¡Con cuánto rapidez me veo reducida a sentir como una niña que anhela elogios y que la aprecien, y a necesitar que me confirmen que lo hago bien!

Pág. 91: Las francesas y el complacer (-se a sí mismas)

Pensando que a lo largo de nuestra vida sólo celebramos setenta u ochenta Navidades, estoy decidida a disfrutar ésta a mi manera, no importa quién esté o no esté cerca. En algún lugar leí que el papel de las francesas es el de complacer a los demás, pero complaciéndose a sí mismas al mismo tiempo. Este concepto de que mi alegría sea mi propia responsabilidad es nuevo para mí.
 
Pág. 110: Los síntomas psicosomáticos
Pero entonces mi cuerpo comenzó a enviarme mensajes, sembrando pistas acerca de las necesidades de mis huesos y de mi carne. Las primeras señales atacaron mi zona lumbar, obligándome a estar en cama varios días hasta que los espasmos desaparecían. Aparecieron jaquecas frecuentes que se desencadenaban cada vez que yo me ponía obsesiva o irrazonable con respecto a las fechas de entrega. Y finalmente aparecieron los herpes que me atacaban las costillas y las caderas cada vez que afrontaba una pérdida o un rechazo.

Pág. 118-119: Saber elegir

Recuerdo las palabras de una analista jungiana que hablaba con un grupo de mujeres sobre esas encrucijadas:

"Muchas desearíamos poder contar de inmediato con elecciones ya hechas para nosotras –decía-, pero la que es protagonista, cuando está en una coyuntura, hace su propia elección, mientras que la que no lo es deja que otros la hagan por ella."

Pág. 127: Cómo se asume la celebridad

¡el famoso psicoanalista Erik Erikson, que acuñó el término "crisis de identidad"! La celebridad me descoloca y hace que me pregunte si puedo estar a la altura.

Pág. 127-128: Sobre la relación de amistad

La comunicación real parece producirse de ese modo: dos almas similares se encuentran y se olfatean, como los cacharros, y entonces se produce el momento de la fisión; se deja de lado el despliegue de palabras ingeniosas, salen a la superficie los sentimientos que se mantenían estrechamente amarrados y nace una relación. Han pasado seis semanas desde aquella tarde en el malecón; ya hemos pasado la fase inicial de la amistad y estamos ansiosas por llegar a las profundidades donde yacen las intimidades y las vulnerabilidades que esperen ser compartidas.

Pág. 129: El mentor de las mujeres

Toda mujer debería tener un mentor, que no fuera su madre, sino alguien que conociera sus reacciones, que la animara a correr riesgos, que la levantara cuando cayera de bruces. Cada vez que estamos juntas, Joan me anima, me empuja y me mima, como una madre que trata de despertar a su hijo dormido para que se levante y llegue puntualmente a la escuela.

Pág. 134: Encontrarse con el silencio

-Me lo explicó un anciano navajo hace algunos años. Él va a un lugar salvaje una vez al año y pasa veinticuatro horas en un paraje solitario donde la naturaleza se ofrece a él. Me dijo que aun la mente más trastornada se vacía de extraños pensamientos después de la primera hora y que del silencio surge un verdadero lenguaje.

Pág. 140: Algunos trabajos eruditos como TRABAJAR CON LA SOMBRA

Nuestra conversación abordó el tema de la filosofía de Jung y discutimos el equilibrio de lo femenino y lo masculino en la personalidad de cada uno, el trabajo con nuestra sombra y otros temas eruditos como ése.
-A nuestra edad y en nuestro estado, deberíamos potenciar el conocimiento de nuestra sombra –decía-. Descubre lo sucio de tu vida y trabaja con ello en lugar de evitarlo.

-Tu lado oscuro, lo malo que hay en ti –contestó-. Aquí tienes un ejemplo: yo podría sentirme atraído por una paciente de veintiún años, algo no inusual para un hombre de mi edad, pero si yo viviera mi lasciva fantasía, me costaría muy caro. Negar simplemente esos pensamientos es represión cabal. Yo podría haber tenido que rechazar esos pensamientos cuando estaba recién casado y estábamos criando a nuestros hijos, pero ahora tengo más libertad y no ganaría nada negando mis fantasías. Más bien me conviene traerlas a la superficie, ver qué es lo que me está faltando y entonces encargarme de incorporar, digamos, más pasión a mi vida dentro de los límites de mi matrimonio.

Pág. 149: Simone de Beauvoir, Diario de una mujer

Hay quien nace mujer y quien se convierte en mujer.

Pág. 157: Durante el proceso de ganarse la vida

Estoy aprendiendo que lo importante no es tanto qué hago para ganarme la vida, sino en quién me convierto mientras dura el proceso.

Pág. 161: Ralph Waldo Emerson, Confianza en uno mismo

Es fácil vivir en el mundo de acuerdo con la opinión de los demás y es fácil vivir en soledad de acuerdo con la nuestra; pero el gran hombre es aquel que en medio de la muchedumbre mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad.

Pág. 180: El amor a los hijos

Ellos tienen su destino en sus propias manos. Yo sólo puedo desearles un buen viaje. Es una realidad agridulce, pero estoy comenzando a comprender que el amor florece cuando existe la adecuada cantidad de ternura combinada con el necesario desprendimiento.

Pág. 189: Soledad y agua salada

Anónimo – Si te arriesgas a perderte en algún lugar durante el día, podrías tropezar con los senderos que te vinculan con tus profundidades.

Pág. 196: Mito celta de los ojos de una foca

Me descubro a mí misma creyendo en el mito celta que asegura que en la oscura laguna de los ojos de una foca hay espíritus que llaman a ciertas personas.

Pág. 197: El progreso o lo que aportan las mareas

Soy muy afortunada de tener una amiga como Joan que estimula mi progreso, ayudándome a ver que en cualquier etapa que esté, siempre debería tratarse de mi proyecto, que recibir y entregar son conductas similares a las de las mareas, que cualquier cosa que el agua arroje a la costa debe ser apreciada, recogida, examinada y conservada. Como pienso vivir otra vez con alguien, debo estar lista para aceptar nuestras diferencias y celebrar nuestras similitudes, observar cómo emerge nuestra nueva personalidad y gozar con lo que aparezca en mi "playa".


viernes, 14 de octubre de 2011

Poema "Táctica y estrategia" de Mario Benedetti

Poema publicado por Rodolf Gimeno en la lista de distribución de APTIC:


MARIO BENEDETTI

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.