viernes, 20 de julio de 2012

Pablo Tusset, Lo mejor que le puede pasar a un cruasán


Pablo Tusset, Lo mejor que le puede pasar a un cruasán
Novela leída en MAYO 2012


"La novela más interesante y divertida que he leído en los últimos tiempos", Manuel Vázquez Montalbán

Biografía:
Después de varios años tratando de sentar cabeza, Pablo Tusset (Barcelona, 1965) terminó por dejarlo estar. Hombre eminentemente de acción, abandonó un confortable futuro como lector para dedicarse a escribir. Lo mejor que le puede pasar a un cruasán es su primera novela. Actualmente se esconde de parientes cercanos y prepara su próximo atentado al buen gusto convencional.

Resumen:
¿Qué pasa cuando Baloo Miralles, treintañero inadaptado y prostibulario, se topa de bruces con el misterio en un barrio pijo de Barcelona?
A bordo de un deportivo y con un humor inteligente y mordaz, Miralles nos conduce por una intrigante trama, salpicada de borracheras y escarceos, para esclarecer el misterio de la repentina desaparición de su hermano, presidente de la próspera empresa familiar. Conoceremos a Gloria, la cuñada alcohólica con veleidades literarias; al patriarca Miralles, síntesis entre Churchill y Jesús Gil; y a la inefable Fina, heroína naïf de busto meritorio, habitantes singulares de esta nueva Barcelona de los prodigios.


El debut literario más sorprendente, divertido y brillante de las últimas temporadas.


Algunos pasajes apuntados:


Pág. 209: búsqueda avanzada por Internet
A la media hora de enterarme de cosas de las que no tenía ninguna necesidad de estar enterado pulsé la opción de búsqueda avanzada. Allí escribí «TEXT: (("jaume gui8llamet*15" OR "15* jaume guillamet") AND "barcelona") NEAR ("dir*" OR "address" OR "mail")» y probé suerte. La tuve. Aparecieron sólo unos pocos links, como media docena, y eso siempre anima.

Pág. 227: Hablando del coche
En la calle busqué con la vista a Bagheera en el lugar donde la había aparcado: allí estaba, agazapada como acostumbra. Le habían puesto propaganda en el limpia-parabrisas: pidsas, túnel de lavado, plazas de parquin, recurso de multas… Me molesté en retirarle las legañas de papel, le lancé un beso con la punta de los dedos y la dejé allí, aseadita y feliz.

Pág. 274: ¡Qué gustito encontrar una chinita!
Me acerqué a la cabecera de la cama y abrí el cajón de acceso vertical donde en su día la Beba guardaba mi almohada y mi pijama. Metí el brazo hasta la axila y hurgué un poco en el rincón: bingo: la cajita del chocolate, un estuchito de plata, ahora ennegrecido. La abrí y me encontré un librillo de Esmoquin mediado y una china considerable. Sólo llevaba encima un paquete de Ducados, pero no iba a ser el primer porro que liaba con tabaco negro. Calenté la piedra: plaza de la Virreina cosecha del 83: aún olía a lo que tenía que oler. Lié el canuto sentado en el sofá y salí a fumarlo al exterior, como solía para evitar que el olor me delatara.

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