lunes, 24 de octubre de 2011

Joan Anderson, Un año junto al mar

(Título original: A Year by the Sea – Traducción Vilma Pruzzo)

1999 by Joan Anderson

Leído en septiembre de 2011



¿Alguna vez has soñado con alejarte de todo para recobrar tu verdadero ser?

¿Cuántas veces has soñado con dejar atrás la vida urbana, la rutina y las responsabilidades para vivir un período de calma y meditación? Cuando su marido le anunció que tenía que trasladarse a otra ciudad por razones de trabajo, Joan Anderson supo instintivamente que acompañarlo en esa etapa de su vida no tendría sentido. La relación se había desgastado, sus hijos habían crecido, el hogar familiar ya no tenía el mismo significado. Eligió, entonces, buscar refugio en una cabaña a orillas del mar. Quizá viviendo sola y midiendo el tiempo de su vida cotidiana con el ritmo de las mareas encontraría el tónico necesario para una transformación. Así comenzó una etapa singular en la que, gracias a la soledad y el contacto con la naturaleza, recobró la confianza en sí misma y el placer de vivir.

Pág. 24-25: Sobre nuestra identidad
Frase de Wendell Berry: "Si no sabes dónde estás, no sabes quién eres."

Pág. 26: De cómo deshacerse de la neurosis
Creo que fue Thomas Merton quien dijo que la manera más fácil de deshacerse de la neurosis es rodearse de la naturaleza o, más específicamente, de árboles.

Pág. 27: Frente al mar
Este lugar fuerte y silencioso elimina la confusión, la ira, la depresión; en este momento me siento más cómoda con el paisaje que con la gente.

Pág. 29: La llamada de las focas de Clarissa Pinkola Estés (Mujeres que corren con los lobos)
Cuando uno está bien informado y tiene la experiencia de encontrar sin haber buscado, el ánimo cambia, y también el corazón. Ésa es la razón por la cual tomarse tiempo para ver, oír y apreciar las imágenes y el lenguaje que surgen de nuevas experiencias, tiene el poder de cambiarnos de una manera a otra.

Pág. 43: El sentido de las focas
¿Aprenderé alguna vez a aceptar lo que se me da en lugar de estar siempre anhelando algo más?

Pág. 45: Los controladores y el trabajo
Puede que yo me hiciera cargo del control temiendo que, de no hacerlo, la familia se fuera al demonio. Yo había sido catalogada como fuerte y resistente, dos características admirables que fueron mi perdición. Pero un día descubrí la desventaja que implica el control: ¡los controladores hacen la mayor parte del trabajo! Lo raro es que fue precisamente esa cualidad la que atrajo a mi marido.

Pág. 47: Picasso y su vida
Creo que fue Picasso el que dijo que había pasado la primera mitad de su vida convirtiéndose en un adulto y la otra mitad aprendiendo a ser un niño. ¿Será por eso que me he pasado los últimos veranos observando ansiosamente los grandes ojos abiertos de los niños?

Pág. 48: Sobre el éxito
Una vez me leyeron en voz alta una cita de Emerson acerca del éxito, halagándome al decir que parecía haber sido escrita sobre mí: "La gente de éxito vive bien, se ríe a menudo y ama mucho. Han llenado un espacio y realizado tareas para dejar el mundo mejor de cómo lo encontraron, mientras buscan lo mejor de los demás y dan lo mejor que tienen." "¡Estoy trabajando para volver a tener ese éxito!", grito, como si los chicos me estuvieran mirando desde la playa, y trago una bocanada de agua salada.
 
Pág. 51: Recuperar las partes enterradas
Para mí es ahora de vital importancia recuperar mis partes enterradas, cualidades como la capacidad de jugar, la vulnerabilidad, la capacidad de sentirme bien dentro  de mi piel y la de emplear más mis instintos. Como si se tratara de montar un rompecabezas, necesito encontrar la forma de crear de nuevo una totalidad.

Pág. 54: La gente desdichada y las buenas noticias
He descubierto que a la gente desdichada le desagrada oír las buenas noticias que transmiten los que están contentos. Contengo mi impulso de contarle cómo he pasado el día y elijo darle la menor información posible, esperando saber a qué se debe su llamada.

Pág. 55: Estado de ánimo
¡Cuántas veces permití que alguien arruinara mi excelente estado de ánimo!

Pág. 71: Adicción a la perfección
Trato de no tomarme a mí misma ni al trabajo demasiado en serio, pero tengo que pagar los recibos. Soy adicta a la perfección y necesito gustar, aunque muy a menudo tengo la impresión de estar defraudando a los demás. Demasiado orgullosa y necesitada para renunciar, compenso mi ineficiencia llegando temprano y marchándome tarde, sin pretender que me paguen las horas extras. ¿Por qué cada vez que alguien me empleo siento que me está haciendo un favor, en vez de pensar lo contrario? ¡Con cuánto rapidez me veo reducida a sentir como una niña que anhela elogios y que la aprecien, y a necesitar que me confirmen que lo hago bien!

Pág. 91: Las francesas y el complacer (-se a sí mismas)

Pensando que a lo largo de nuestra vida sólo celebramos setenta u ochenta Navidades, estoy decidida a disfrutar ésta a mi manera, no importa quién esté o no esté cerca. En algún lugar leí que el papel de las francesas es el de complacer a los demás, pero complaciéndose a sí mismas al mismo tiempo. Este concepto de que mi alegría sea mi propia responsabilidad es nuevo para mí.
 
Pág. 110: Los síntomas psicosomáticos
Pero entonces mi cuerpo comenzó a enviarme mensajes, sembrando pistas acerca de las necesidades de mis huesos y de mi carne. Las primeras señales atacaron mi zona lumbar, obligándome a estar en cama varios días hasta que los espasmos desaparecían. Aparecieron jaquecas frecuentes que se desencadenaban cada vez que yo me ponía obsesiva o irrazonable con respecto a las fechas de entrega. Y finalmente aparecieron los herpes que me atacaban las costillas y las caderas cada vez que afrontaba una pérdida o un rechazo.

Pág. 118-119: Saber elegir

Recuerdo las palabras de una analista jungiana que hablaba con un grupo de mujeres sobre esas encrucijadas:

"Muchas desearíamos poder contar de inmediato con elecciones ya hechas para nosotras –decía-, pero la que es protagonista, cuando está en una coyuntura, hace su propia elección, mientras que la que no lo es deja que otros la hagan por ella."

Pág. 127: Cómo se asume la celebridad

¡el famoso psicoanalista Erik Erikson, que acuñó el término "crisis de identidad"! La celebridad me descoloca y hace que me pregunte si puedo estar a la altura.

Pág. 127-128: Sobre la relación de amistad

La comunicación real parece producirse de ese modo: dos almas similares se encuentran y se olfatean, como los cacharros, y entonces se produce el momento de la fisión; se deja de lado el despliegue de palabras ingeniosas, salen a la superficie los sentimientos que se mantenían estrechamente amarrados y nace una relación. Han pasado seis semanas desde aquella tarde en el malecón; ya hemos pasado la fase inicial de la amistad y estamos ansiosas por llegar a las profundidades donde yacen las intimidades y las vulnerabilidades que esperen ser compartidas.

Pág. 129: El mentor de las mujeres

Toda mujer debería tener un mentor, que no fuera su madre, sino alguien que conociera sus reacciones, que la animara a correr riesgos, que la levantara cuando cayera de bruces. Cada vez que estamos juntas, Joan me anima, me empuja y me mima, como una madre que trata de despertar a su hijo dormido para que se levante y llegue puntualmente a la escuela.

Pág. 134: Encontrarse con el silencio

-Me lo explicó un anciano navajo hace algunos años. Él va a un lugar salvaje una vez al año y pasa veinticuatro horas en un paraje solitario donde la naturaleza se ofrece a él. Me dijo que aun la mente más trastornada se vacía de extraños pensamientos después de la primera hora y que del silencio surge un verdadero lenguaje.

Pág. 140: Algunos trabajos eruditos como TRABAJAR CON LA SOMBRA

Nuestra conversación abordó el tema de la filosofía de Jung y discutimos el equilibrio de lo femenino y lo masculino en la personalidad de cada uno, el trabajo con nuestra sombra y otros temas eruditos como ése.
-A nuestra edad y en nuestro estado, deberíamos potenciar el conocimiento de nuestra sombra –decía-. Descubre lo sucio de tu vida y trabaja con ello en lugar de evitarlo.

-Tu lado oscuro, lo malo que hay en ti –contestó-. Aquí tienes un ejemplo: yo podría sentirme atraído por una paciente de veintiún años, algo no inusual para un hombre de mi edad, pero si yo viviera mi lasciva fantasía, me costaría muy caro. Negar simplemente esos pensamientos es represión cabal. Yo podría haber tenido que rechazar esos pensamientos cuando estaba recién casado y estábamos criando a nuestros hijos, pero ahora tengo más libertad y no ganaría nada negando mis fantasías. Más bien me conviene traerlas a la superficie, ver qué es lo que me está faltando y entonces encargarme de incorporar, digamos, más pasión a mi vida dentro de los límites de mi matrimonio.

Pág. 149: Simone de Beauvoir, Diario de una mujer

Hay quien nace mujer y quien se convierte en mujer.

Pág. 157: Durante el proceso de ganarse la vida

Estoy aprendiendo que lo importante no es tanto qué hago para ganarme la vida, sino en quién me convierto mientras dura el proceso.

Pág. 161: Ralph Waldo Emerson, Confianza en uno mismo

Es fácil vivir en el mundo de acuerdo con la opinión de los demás y es fácil vivir en soledad de acuerdo con la nuestra; pero el gran hombre es aquel que en medio de la muchedumbre mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad.

Pág. 180: El amor a los hijos

Ellos tienen su destino en sus propias manos. Yo sólo puedo desearles un buen viaje. Es una realidad agridulce, pero estoy comenzando a comprender que el amor florece cuando existe la adecuada cantidad de ternura combinada con el necesario desprendimiento.

Pág. 189: Soledad y agua salada

Anónimo – Si te arriesgas a perderte en algún lugar durante el día, podrías tropezar con los senderos que te vinculan con tus profundidades.

Pág. 196: Mito celta de los ojos de una foca

Me descubro a mí misma creyendo en el mito celta que asegura que en la oscura laguna de los ojos de una foca hay espíritus que llaman a ciertas personas.

Pág. 197: El progreso o lo que aportan las mareas

Soy muy afortunada de tener una amiga como Joan que estimula mi progreso, ayudándome a ver que en cualquier etapa que esté, siempre debería tratarse de mi proyecto, que recibir y entregar son conductas similares a las de las mareas, que cualquier cosa que el agua arroje a la costa debe ser apreciada, recogida, examinada y conservada. Como pienso vivir otra vez con alguien, debo estar lista para aceptar nuestras diferencias y celebrar nuestras similitudes, observar cómo emerge nuestra nueva personalidad y gozar con lo que aparezca en mi "playa".


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