Tatiana Lobo – Calypso
Farben – Grupo Editorial Norma
Los autores, en este relato, llevan la marca de las guerras. Relato de amor, esta historia es un conjuro en favor de los cuerpos y los goces.
Siempre precarios, hombres y mujeres se arrojan a la vida como mariposas olvidadizas, y se estrellan contra mil velas de fuego; pero la pasión ignora pronto sus derrotas y recomienza su danza inextinguible. Aún sobre los escombros se puede bailar. Esta es la certeza sobre la que una mujer tricéfala aprende a vencer los planes siniestros de un impotente.
Liturgia de todos los dolores, carnaval de todas las risas, esta novela es también un baile clandestino en el que un pueblo celebra la curva de los días y anuda su destino a un mar que duele.
La autora:
Tatiana Lobo Wiehoff nació en Puerto Montt, Chile, en 1939.
Vive en Costa Rica desde 1967 y es naturalizada costarricense.
Siguió cursos de teatro y pintura en la Universidad de Chile. Estudió cerámica en Madrid.
Ha sido articulista en diversos periódicos y revistas.
Bibliografía:
CUENTO:
Tiempo de claveles – Editorial Universidad de Costa Rica, 1989
Entre Dios y el diablo. Mujeres de la colonia – Editorial Universidad de Costa Rica, 1993
NOVELA:
Asalto al paraíso – Editorial Costa Rica, 1992
TEATRO:
El caballero del V centenario - Revista Escena, Editorial Universidad de Costa Rica, 1989
EN EDICIÓN:
Blancos y negros, todo mezclado. Vida cotidiana de los esclavos negros durante la Colonia, en colaboración con el genealogista Mauricio Meléndez – Editorial Universidad de Costa Rica
Galardones:
Mención Honrosa de la Municipalidad de Santiago, Chile, 1993 – concedida por Asalto al paraíso
Premio Nacional Aquileo Echeverría, en la rama de cuento, San José, Costa Rica, 1993 – Concedido por Entre Dios y el diablo
Premio Sor Juana Inés de la Cruz, Guadalajara, México, 1995 – Concedido por Asalto al paraíso
CALYPSO:
-Ritmo afrocaribeño que narra una historia. Se origina en los informativos clandestinos que los esclavos solían cantar y bailar, para comunicarse las noticias del día y las maldades del amo.
-Personaje femenino de La Odisea, cuyo nombre significa la que oculta. Con ella permaneció siete años Ulises, cuando llegó a su isla tras haber naufragado. A pesar de que a su lado lo esperaba la inmortalidad, el héroe prefirió regresar al hogar de Penélope.
ESTUDIO SOBRE LA NOVELA: ver enlace
De Calypso y los calípsos – Gerardo Meza Sandoval
PARTES DEL TEXTO QUE ME GUSTARON:
Pág. 28: Casa construida por Plantintáh
Construyó una casa de pura madera de cedro, de una planta, pero amplia y con s buen corredor casi sobre la misma arena de la playa para que el mar fuese testigo de su felicidad.
Pág. 30: Amor entre Scarlet y Plantitáh
Amanda Scarlet y Plantintáh Robinson eran dos avecillas extasiadas en su mutua contemplación, periquitos de amor que pasaban el tiempo aseándose las plumas el uno al otro.
Pág. 42: Los cubitos de pollo
O comentaban las novedades que iban llegando, atrasadas. La que más entusiasmaba a Plantintah era el asunto de los pollos reducidos a su mínima expresión, en forma de cubitos, de los cuales se podía hacer un caldo no tan rico como el verdadero pero semejante.
Pág. 52: Emily y los dopis / Amanda y su lento engorde
Únicamente ella [Emily] podía verlo y hablar con él porque cuando Emily nació, venía envuelta en la tela que traen los escogidos y señalados con la gracia de ver dopis [muertos, espectros, espíritus]. …
El consuelo de la soledad rota, la vida tranquila y segura junto al hombre feo, pero tan bueno como el finado, se fue depositando imperceptiblemente en las caderas y la cintura de Amanda. Un lento engorde de grasa placentera, de movimiento sin prisa, de heridas cicatrizadas, un lecho de amores lentos como el de las tortugas, llenó su cara hasta hacer que sus ojos tranquilos y apaciguados se sumergieran en una redondea confortabilidad.
Pág. 56: El Africano
El negro azul pizarra pasó, muy rápidamente, a formar parte de la vida espiritual de la comunidad y ya se sabe que el espíritu es internacional y apátrida, su nacionalidad está más allá de las fronteras del mundo.
Pág. 60: ritos de la pocomía
Conexión con los espíritus
Pág. 69: El zambo, de regreso del mundo de la muerte
… le fue prohibido regresa nunca más a la montaña porque corría el peligro de que la muerte, humillada y burlada, pretendiendo el desquite, volviera por él.
Pág. 70: El zambo, un ser particular
Decía más de alguno que el haberse acostado con la muerte lo había dotado de habilidades particulares para hacerse invisible.
… De tanto desearlo llegaron a verlo distinto de verdad. Y es que nadie regresa del mundo de los muertos para seguir viviendo como una persona común y corriente.
Pág. 76: Etiopía, patria originaria de los negros
-¿Por qué Etiopía? –se extrañó Amanda Scarlet, que escuchaba la palabra por primera vez.
-Es un lugar importante de África –dijo él-, importante para los negros. Es el lugar donde está el origen, la patria, donde los negros tendremos que volver, algún día.
Pág. 79: Paganismo y ritos de pocomía
Sin cultos religiosos, sin predicador, Biblia ni misionero, Parima Bay cayó en el paganismo total y los ritos de la pocomía florecieron entre el follaje nocturno, pero como no alteraban los negocios del comisariato, Lorenzo se despreocupó de lo que, de tarde en tarde, le llegaba a los oídos. ¿Qué le importaba a él que los negros rodearan con flores un palo negro pìntado con una serpiente? ¿Qué le importaba que luego cantaran en círculo y bailaran como locos hasta caer en el suelo? ¿Qué le importaba que uno de ellos, declarado Pastor por voto colectivo y consensual, los tocara con una varita y les dijera que ahora sí podían hablar en lenguas?
Pág. 95: Eudora, noble y perversa
Descubrir que se podía tener sentimientos nobles y perversos al mismo tiempo, fue uno de los primeros adelantos en su educación sentimental.
Pág. 147: Atracción fatal
-Porque ahora soy maestra y voy a construir la escuela más grande y para eso necesito espacio –dijo, y los dos se miraron, se conocieron, se reconocieron, se olieron, se gustaron de una manera inevitable y agradable, supieron que dormirían juntos y se turbaron un poco.
Pág. 161: Los hippies
Los hippies aparecieron un día, humildes y discretos, con muy poco equipaje, llamando la atención con sus ropajes de gitanos, las cintas indígenas de sus frentes, los pantalones campana, las largas cabelleras desgreñadas y su terrible olor a falta de baño. Se establecieron en el lugar que parecía destinado a los forasteros: la cumbre del cerrito.
Pág. 177: Iniciación de Stella
Una negra muy gruesa, solemne y de apariencia noble, vestida de blanco, la alejó de ahí diciéndole ven, ven y la llevó a una especie de procesión encabezada por una vieja de rostro surcado por los años, los senos fláccidos por la lactancia, la pelvis abierta por los numerosos partos y el vientre ensanchado por incontables preñeces, quien se mecía con gran refinamiento y dignidad en una erótica alegoría del acto de perpetuación de la especie, homenaje inequívoco a la Madre Grande, la Naturaleza. La matrona de formas abundantes y mullidas, tomó a Stella de la mano, moviendo las amplias nalgas en un contoneo señorial y majestuoso y la invitó a seguirla. El esmirriado cuerpecillo de la albina quizás se veía ridículo al tratar de simular la solemne marcha de la negra pero hizo lo que pudo, esmerándose en emular a las participantes que marchaban detrás de la vieja, golpeando las manos y repitiendo una cantanela monótona e hipnotizante. Stella no supo cuándo comenzó a sentir en sus caderas la vibración de la tierra, el transcurrir de los ríos subterráneos, la energía liberada de las venas del subsuelo. Todo esfuerzo se hizo innecesario, sus pechos y sus nalgas obedecían a un mandato que venía desde abajo, y danzaban por su cuenta muy lejos de su voluntad.
Pág. 178: Iniciación de Stella
La misma mujer de antes, majestuosa y solemne, le indicó a Stella que se acercara a la procesión la que se fue disolviendo hasta conformar una ronda que dejó a Stella en el centro; un impulso que no supo de dónde venía la instó a bailar imitando el cauce de un río, sus caminos, arroyuelos y manaderos, y a representar, con gestos, las mudanzas del agua, sus ondas, sus espirales. Imitó la que fluye y la que permanece quieta, se lavó en ella, se dividió el pelo en dos ondas, fingió ser una catarata, una ondina, una sirena, se miró en el cristalino espejo de un remanso y se dejó cimbrar, libremente, en el goce de la creación.
Pág. 185: Los espíritus pierden su fuerza ante la falta de amor de los vivos
-Cuando un espíritu pierde sus fuerzas, las pierde para siempre. Los espectros se debilitan ante la falta de amor de los vivos y cuando ellos mismos dejan de ser amados. Plantintáh estuvo demasiado tiempo lejos y olvidó hacerse recordar por Amanda. Ella no ha sido capaz ni de encontrar su tumba.
Pág. 192: Remedios de brujo
-Tenía, en el patio, un jardín de yerbas medicinales. Ahora cuesta para encontrar man to man, strong back, kidney bush o spanish needle –decía, melancólico-. Él curaba las hinchazones con hojas de mango tierno y los dolores de oído con injundia de gallina. Si alguien estaba mal de los nervios, preparaba un té de cogollos de naranja agria o de nerves wine. Con manteca de cusuco curaba las bronquitis y a los reumáticos los sanaba untándoles grasa de boa adulta. Si alguien tenía un tórsalo, lo sacaba fácilmente adhiriendo un papel con leche de fruta de pan sobre el hueco; cuando el gusano salía a respirar, se quedaba pegado y era sencillo arrancarlo.
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-Si estás mal por haber bebido demasiado –sugería con delicadeza- lo mejor es el iron weed o el mozote. Y si te pones gorda, toma diente de león. Y si te duele la garganta o el estómago, el jengibre te aliviará.
Pág. 197: Amor pasional
Admiró su largo cuello y la misma soberbia espalda que acarició hacía más de treinta años, cuando los dos se amaban con tanta pasión que los postes de la casa pasaban serios apuros por mantenerse erectos y sin desfallecer. No pudo resistir la tentación y se inclinó para morderle la nuca, precisamente ahí donde el pelo alborotado y mal recogido dejaba una rendija como hecha a propósito.
Pág. 201: La manifestación de la vejez en la piel blanca y en la negra
En ciertas oportunidades se metían sin bañador al agua y entonces los negros, fingiendo escandalizarse por la falta de pudor, se divertían atisbando, a hurtadillas, los estragos de los años en las personas de raza blanca, las flaccideces de los muslos, la blandura de los antebrazos y la caída irremediable de nalgas y vientres, más notable que el deterioro de la piel en gentes de color, quizá a causa del aspecto lechoso y gelatinoso del cutis pálido, sobre todo en aquellos lugares donde la cobertura de la ropa impide el tinte beneficioso de la luz solar.
Pág. 222: Mariguana y pleno gozo místico
Ante la vista sorprendida de los viejos que, como el jamaiquino y Amanda Scarlet, no alcanzaban a entender la vertiginosidad de los cambios, la policía requisó diecisiete sacos de hojas de mariguana, en un operativo por los alrededores que no dejó metro cuadrado sin peinar. A falta de otro lugar más adecuado, quemaron las plantas requisadas en el patio de la escuela, un día domingo por la mañana, cuando no había clases. El humo se expandió por todo el pueblo, entró en el Hotel Watson y en cada casa. Como un raro y caro incienso, acompañado por la voz grabada de Bob Marley que cantaba en algún lugar, penetró en las siete ermitas, y los bautistas, católicos, evangélicos, testigos de Jehová, luteranos, y anglicanos (incluyendo a los bahai, harekrishna, y otras sectas orientales que carecían de templos), no supieron a qué se debía la sensación de pleno gozo místico. Todo el pueblo, ese día, contando a los propios policías, alabaron al Señor más transverberados que Santa Teresa.
Pág. 244: Ver dopis
-Ese no era tu abuelo. Dice la gente que a tu verdadero abuelo lo mató tu papá en un accidente y que los que ven dopis lo han visto caminar por este cementerio, de noche, que lleva camisa blanca y …
Pág. 267: La danza de Matilda
Dicen los que aseguran haberla visto, que su sombra se corporiza obedeciendo a un mandato lejano y desconocido, que hay algo de abandono y también algo de advertencia en su alucinante danza silenciosa y solitaria. Sobre el túmulo de residuos que la lluvia va descomponiendo lentamente, arranca el movimiento desde los talones, despega uno, levanta el otro, dobladas vagamente las rodillas en un acto sacramental pleno de sugerencias. Música visible, sube la cadencia serpentina hacia los muslos desnudos, deslizándose sinuosa bajo el vientre, envolviendo las caderas, abrazando la cintura y el busto, bifurcándose, flor que se abre, lenta florescencia del dorso y el torso, acompasado vaivén de brazos, de olas y de hamaca… Su danza es una voluptuosa liturgia, un llamado ferviente a otra dimensión, la comunión con un tiempo no alcanzado todavía, gozosa euforia vital, reto a la vida para desentrañar su misterio. La joven cabeza inclinada hacia atrás, enajenada y narcisa, baila la negra distante a los ojos extraños, refugiada en el asilo de su secreta región interior. Antífona y respuesta, baila sobre los escombros.